*El artista totonaca hace un esfuerzo de rescatar la riqueza de la cultura totonaca, toda llena de vestigios arqueológicos
Édgar Escamilla
Poza Rica, Ver.- Desde muy temprana edad, el joven pintor totonaca Enoc León León dio muestra de sus habilidades en el dibujo. En su obra retrata además del sincretismo de las culturas mesoamericanas y la europea, dos momentos cruciales de la vida, el nacimiento y la muerte.
Fue gracias a sus maestros que pudo desarrollar su pasión hasta llegar a exponer en la capital Xalapa, en el Teatro del Estado, así como en el museo Teodoro Cano y en el parque temático Takilhsukut.
Nació en la comunidad de Cerro Grande, en el municipio de Filomeno Mata, donde recuerda que siendo aún un niño, comenzó a dibujar mientras estudiaba la educación primaria, recibiendo el apoyo de sus maestros, quienes le proporcionaban lo necesario para que pudiera desarrollar sus habilidades.
Considera que todos nacemos con alguna habilidad, pero es con la práctica y disciplina que se puede alcanzar un mayor crecimiento, y así lo hizo, viajando a la capital del estado, Xalapa, para participar en talleres de dibujo y pintura, en los que ha ido perfeccionando su técnica sin olvidar sus raíces.
La primera ocasión que expuso su obra fue en el Teatro del Estado, la segunda en el museo Teodoro Cano, y también ha participado en el parque temático Takilhsukut.
Define su trabajo como un esfuerzo de rescatar la riqueza de la cultura totonaca, toda llena de vestigios arqueológicos, pero que también es cuna de grandes artistas, uno de ellos el fallecido Teodoro Cano.
En su obra retrata elementos que caracteriza a los pueblos mesoamericanos, pero también los aportes de los europeos; sin embargo, en el análisis de los elementos resalta el manejo de la dualidad vida-muerte, como dos sucesos trascendentales en la vida de los seres humanos.
Para los pueblos totonacas, refiere, la muerte no es para olvidar, sino se trata de una semilla que permitirá la incubación de una nueva generación. Ello se muestra en el cuadro titulado “Día de Muertos”, en la que plasma un altar en tres niveles, un plantío de maíz y la representación de Quetzalcoatl.
De igual forma podemos apreciar elementos característicos como la carita sonriente, el consejo de ancianos, representaciones de danzas y guerreros, el juego de pelota, la pirámide de Los Nichos, las matemáticas, a Jesús y a Coatlicue.
También podemos apreciar que ha plasmado las riquezas naturales de esta zona apartada, donde los hilos de agua brotan de entre las piedras de las montañas cubiertas de frondosos bosques, corrientes que se acumulan en pozas que serán un reservorio de vida, pero empleados también en rituales relacionados con la muerte.
El sincretismo del viejo y el nuevo mundo es evidente en su trabajo, considera que es muy complicado para cualquier mexicano diferiencia entre un descendiente europeo o un mesoamericano, por el arraigado mestizaje.
En un contexto en el que los políticos reclaman que los descendientes de los conquistadores ofrezcan disculpas por los hechos del pasado, Enoc considera que no queda más que seguir avanzando y rescatar lo mejor de nuestros pueblos, no olvidar la etapa de la conquista, no olvidar nuestra historia, pero aceptar la realidad y transformarnos hacia una nueva causa.
Enoc, el joven pintor totonaca que no teme a la muerte y por lo contrario, respeta su importancia, está consciente de que algún día todos habremos de reunirnos en el más allá, en el inframundo.